jueves, 20 de septiembre de 2012

Motivos para amar a nuestra cámara digital

Una cámara digital tiene en su interior muchísimas funciones que en la época remota de los carretes eran poco menos que impensables. Vamos a ver todas las ventajas de tener entre las manos un objeto único como es una cámara de fotos.
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  • Supone llevar, al hombro, todos y cada uno de los carretes y filtros que hasta hace relativamente poco llenaban los comercios y vaciaban nuestros bolsillos y cargaban nuestras espaldas. Y esto es una de las cosas que podemos, y debemos, aprovechar al máximo. En un momento podemos disparar en exteriores a plena luz del día, entrar a continuación en un recinto cerrado y disparar sin problemas con una iluminación de fluorescentes sin tener miedo a que las fotografías salgan con una dominante verde y pasar a la sala de al lado con bombillas incandescentes y no preocuparse por cambiar los filtros o la película. Desde luego es toda una ventaja. Y estas situaciones, si viajamos un poco, se dan continuamente. Y nos quitamos el miedo de perder toda la información al pasar los carretes por los aparatos de detección de los aeropuertos.
  • Contamos con el histograma, el más fiel compañero del fotógrafo. Con él podemos verificar al instante si la toma que acabamos de hacer está correctamente expuesta. ¿Pero qué significa esto? Una fotografía bien expuesta es aquella que refleja lo que tú, como fotógrafo, has visto. Esta definición da mucha libertad a la hora de trabajar, pues se aleja de las definiciones académicas al uso, que hablan de la correcta combinación de diafragma y velocidad de obturación, con el único fin de representar toda la gama de gris y tener detalle en todas las zonas, aspecto que igual no nos interesa.
Hasta la llegada del mundo digital, esto se conseguía gracias al uso sistemático del fotómetro o a un ojo muy entrenado. Pero gracias al histograma, el fotógrafo puede saber, con sólo mirarlo, si el último disparo que acaba de hacer está correctamente expuesto desde un punto de vista técnico. Y gracias a la pequeña pantalla ver si se ha conseguido lo que se buscaba. En un instante, sin tener ninguna duda.
El histograma perfecto no existe, cada fotografía tiene el suyo propio, pero tenemos que intentar  que toque levemente los extremos. Si nos pasamos estaríamos entrando en el mundo de la subexposición y la sobrexposición, en la pérdida de detalle en las sombras o en las luces. Normalmente, caer en un lado o en otro, es un fallo técnico, pero puede que al fotógrafo le interese “reventar” las luces por una cuestión estética. Y lo puede ver en el momento.
  • Las cámaras digitales vienen cargadas con un software que procesa la imagen que ha captado el sensor. Estos programas leen la imagen y ajustan automáticamente la exposición, el contraste, la nitidez, eliminan o añaden más color… Para entendernos, funciona como un Ps automático, pero con menos potencia y libertad.
Este software interno nace fruto de la necesidad de la inmediatez. Hacemos la foto, y enseguida tenemos la imagen lista para imprimir. Estas opciones, evidentemente, sólo funcionan cuando grabamos en jpeg, pues en RAW, la información nunca la puede modificar.
Si no vamos a tener tiempo para tratar la imagen, podemos ajustar el pequeño software de la cámara, pero esto supone que la fotografía no la vamos a poder tratar posteriormente con garantías, pues el archivo queda dañado.
  • Podemos actualizar el firmware de la cámara, lo que permite mejorar las prestaciones de la cámara y arreglar los posibles fallos o incompatibilidades que pudieran existir o surgir en un futuro. Estas actualizaciones se publican en Internet, por lo que una visita a la página de la marca de tu cámara de vez en cuando nunca viene mal. Muchas veces no sirve para nada práctico pero se han dado casos de actualizaciones de firmware que dejan nuestra cámara como un modelo nuevo, como ha pasado con la Canon Eos 7D.
  • Tenemos la posibilidad de hacer todas las fotografías que queramos sin miedo a gastar más dinero que el que hemos invertido cuando compramos la cámara, los objetivos y las tarjetas. En la época del carrete estábamos obligados a calcular cuánto nos podíamos gastar en revelados y copias antes de irnos de viaje. Esa esclavitud terminó. Y con el precio que tienen hoy en día las tarjetas, no hay excusas para disparar sin parar.
Fuente: http://altfoto.com/2012/09/motivos-para-amar-a-nuestra-camara-digital





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