domingo, 24 de agosto de 2014

Los Cerros de Piriápolis

Dejando atrás el patrimonio edilicio de Piriápolis, y con él, sus particularidades ciudadanas y atractivos turísticos, nos trasladamos a sus alrededores para disfrutar de las vistas de, (y desde), sus cerros.

Los cerros definen los límites norte y este de Piriápolis, y en ellos tenemos increíbles vistas de la ciudad y sus costas. Las principales formaciones son:
  • Cerro San Antoino: Próximo a la zona portuaria, (la cual es bendecida por Stella Maris), es accesible tanto en auto como en aerosilla. Ofrece una majestuosa vista de todo Piriápolis y los otros cerros circundantes, así como de la rocosa punta colorada. En la cumbre se encuentra el templo de San Antonio, y un pequeño parador con piscina.
  • Cerro Pan de Azúcar: El tercer punto mas alto de Uruguay. Su cruz de cemento de 35 Metros de altura es visible casi desde cualquier punto de la ciudad. Una de sus laderas ofició también de cantera, al igual que el San Antonio, desde donde se cortaron los adoquines de la naciente ciudad, y gran parte de los que revistieron las calles del porteño barrio de San Telmo, en Buenos Aires.
  • Cerro del Toro: En su ladera, hay una estatua de un toro en bronce de tamaño natural. Fue traída expresamente desde París por el fundador de la ciudad, y pesa aproximadamente unos 3000 kg. De su boca "brota" una fuente natural de agua mineral.
La ascención a estas dos últimas cumbres, es materia pendiente para una futura visita.

Entre un punto y otro, es de destacar el atractivo de las rutas 37 e interbalnearia. Un deleite transitarlas tanto por su buen estado, como por el atractivo visual que le confieren sus sinuosos y ondulados trazados en el campo verde de Maldonado.

También tuve oportunidad de visitar el pequeño parque de La Cascada. Otro de los tantos pequeños rincones verdes en donde encontrar paz y esparcimiento en Piriápolis, que tanto tiene para ofrecer a los viajantes y exploradores.

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La semana que viene, finalizamos el recorrido por Piriápolis, recorriendo la base del Cerro Pan de Azúcar, internándonos en los laberintos de su estación de cría de fauna autóctona