domingo, 17 de enero de 2016

Recorriendo la Ruta Jesuítica - Santísima Trinidad de Paraná

Hoy, y dejando atrás a la querida Encarnación, encaramos el eje central de la segunda parte de nuestro viaje, comenzando lo que será un recorrido por todas las reducciones jesuíticas protegidas y declaradas como Patrimonio de la Humanidad por la UNESCO. Y nuestro primer destino lo encontraremos acá mismo, en Paraguay, en Trinidad.

Trinidad pertenece al mismo departamento de Itapúa, del cual Encarnación es su capital y llegar es muy sencillo: Desde esta ciudad se toma la Ruta Nacional N° 6, encontrando aproximadamente a unos 28 KM, al llegar a la localidad, el acceso a las ruinas, a unos 700 m de la Ruta. La señalización no es la mejor, pero, tampoco es imposible llegar.

La misión jesuítica de Santísima Trinidad del Paraná es la reducción guaraní mejor conservada del Paraguay, y la más extensa. Fue fundada en junio de 1706. En 1728 contaba con una población de 3000 indígenas guaraníes. Fue redescubierta cerca de dos siglos después de su abandono, declarándose Patrimonio de la Humanidad por la Unesco en 1993.

Trinidad cuenta con una Plaza Mayor, alrededor de la cual se encuentra el resto de la misión. Esta disposición es algo que puede verse como algo en común con las demás misiones.

La reducción cuenta con el mayor templo construido entre todos los que conforman las reducciones jesuitas, en donde sobresale el friso de los ángeles músicos que hasta el hallazgo de las partituras musicales en Moxos (Bolivia) constituían el único antecedente de la música en las misiones jesuitas. Este pueblo es el que conserva en mayor grado la estructura de conformación del pueblo.

Quizás lo más llamativo a primera vista, constituya el conjunto de arquería que se observa hacia el oriente de la iglesia. Son grupos de casas de indios, formadas por habitaciones seguidas. Cada grupo de casa tiene arcos hacia el frente que mira a la plaza. Estas galerías de piedras nos hacen pensar en puentes o acueductos romanos.

La Iglesia Mayor cuenta con valiosísimos elementos como la pila bautismal, un trabajado púlpito, el pórtico de la sacristía, grabados, estatuas (en la que sólo uno permanece sin decapitar por el pensamiento de que había oro dentro de las cabezas), y otros elementos arquitectónicos. Este templo era el centro de la vida en la reducción.

Trinidad se encuentra bajo constantes trabajos de restauración y mantenimiento.

Hacé click sobre las fotos para verlas mas grandes.
También podés verlas directamente desde Picasa.

Además en Trinidad puede visitarse un Museo Jesuítico, localizado en la antigua sacristía, donde se pueden apreciar esculturas y una maqueta de la misión. Al ponerse el sol, aquí se puede también disfrutar de un paseo guiado nocturno, en donde las texturas de las ruinas cobran nueva dimensión gracias a la iluminación y a algunas proyecciones que se realizan sobre ellas. Personalmente recomiendo realizar dicho recorrido.

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El valor del acceso a Trinidad permite también disfrutar de Jesús de Tavarangué y de San Cosme y Damián, ambas en el mismo departamento paraguayo por los siguientes 7 dias, por lo que conviene ir con tiempo y recorrer las tres, realmente cada una encierra un tesoro muy distinto a las demás.

La semana que viene, continuamos la ruta jesuítica en nuestro segundo destino en Paraguay: Jesús de Tavarangué