domingo, 10 de septiembre de 2017

Sobrevolando la Cordillera de Los Andes

Y todo lo que comienza, concluye. Hoy, cerramos este maravilloso viaje que comenzó aterrizando en Mendoza y conociendo parte de sus paisajes urbanos y naturales, para luego cruzar por tierra los Andes, y sorprendernos con cantidad de sorpresas en la región central de Chile.

No puedo negarlo: Mi expectativa era enorme. Al punto de haberme obsesionado un poco al hacer el check in del avión, intentando analizar desde el esquema de asientos, cual sería el mejor para disfrutar de la vista. Era claro que iba por una ventanilla, pero siempre el tamaño del ala es engañoso en este punto, y una mala elección podría arruinar mis planes para disfrutar de este paisaje que vaya uno a saber cuándo tendría el privilegio de repetir…

Encontré un asiento justo delante de donde comienza el ala, lo que me pareció casi demasiado bueno para ser verdad, pero decidí dejar mi escepticismo de lado y reservarlo.

Los minutos se hicieron un poco mas largos cuando KLM anunció la demora en la partida, pero no me dejé dominar por la ansiedad… Aunque bien sabía por experiencia que si nos cambiaban de avión, tenía una gran posibilidad de perder mi preciado lugar.

Finalmente, anunciaron el embarque. Feliz, transité el corredor de la manga, saludé al personal de abordo, y comencé a buscar mi lugar… Pagaría por ver mi cara cuando lo encontré.

Resulta que justo en ese asiento, si bien era lateral y se mostraba con ventanilla en el diagrama de la web, era ciego. Mi sueño se esfumaba!!

Como pude, intenté probar algunas tomas con la ventanilla de adelante, pero el espacio era muy pequeño, y si el pasajero decidía reclinarse, directamente las posibilidades eran nulas… ¿Qué hacía entonces?

No sé como me armé de coraje, pero me incorporé y le expliqué mi situación al pasajero de adelante, en mi más que dudoso inglés. ¡Y resultó ser un hombre oriental con la mejor onda del mundo! Él seguía viaje a Europa luego de la escala en Ezeiza, donde yo me bajaba, momento en que recuperaría su ubicación, y yo, podía cumplir mi sueño.

Inmediatamente cambiamos de lugar. ¡¡No me alcanzaban la sonrisa y el agradecimiento!!

Carreteamos, despegamos, y el resto fue magia…




Gracias por haber vivido conmigo otro recorrido maravilloso. ¡¡Nos vemos en el próximo!!