La primera parte, es decir, la ida, estuvo a cargo de un ya amigo de éste viajante: Una unidad de los pequeños pero eficientes Embraer 190, como el que me había traído hacía casi un año y medio desde Paraguay, en mi primer vuelo.
El vuelo salió con una puntualidad inglesa, sin sobresaltos ni contratiempos, con un clima impecable.
Las vistas que pude tomar desde Buenos Aires y sus alrededores hasta las inmediaciones de la capital Santiagueña hablan por si mismas. Un lujo haber podido contemplar con todo detalle cada trazado urbano, cada accidente geográfico, y que emoción cuando reconocí desde el cielo a mi querida Rosario!!!
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El recorrido de vuelta es algo diferente al de ida, pero en este caso, por lo percudida que se encontraba mi ventanilla, me costó mucho mas hacer buenas tomas. Por suerte pude ingeniármelas como para al menos, rescatar una pequeña serie.
Sobre el final del viaje, y llegando a Buenos Aires, el clima se fue haciendo mas hostil, dándonos un lindo susto hasta que tocamos tierra.
Empapados subimos al colectivo, luego de haber bajado por la escalerilla a la intemperie de la inclemente lluvia que no quiso detenerse hasta casi una hora después.
Mi pequeña crónica del retorno, a continuación.
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La semana que viene, empezamos a desandar mis recorridos por la ciudad capital de Santiago del Estero!