domingo, 16 de noviembre de 2014

Cabo Polonio: Las dunas y el atardecer desde la cabaña

Finalizando el paseo por la costa de Cabo Polonio, esta perlita de Rocha aún tenía una sorpresa para los ojos de este caminante: Las dunas.

Ubicadas entre una costa con un océano color esmeralda, y los profundos bosques del Parque Nacional Cabo Polonio,
encontramos este pequeño desierto amarillo de inmensas dunas, descansando mansamente a los rayos del sol.

Sí, el conjunto es impactante, y cada escenario, único.

Por unos 8 kilómetros, las dunas, que llegan a los 30 metros de altura, nos hacen sentir inmensamente pequeños.

Como les contaba anteriormente, éste es otro punto de acceso o salida al cabo, estando en su otro extremo la localidad vecina de Valizas, en donde podemos hospedarnos con mas comodidad y a precios mas razonables.

Hacé click sobre las fotos para verlas mas grandes.
También podés verlas directamente desde Picasa.

La noche en el cabo no se la recomiendo a nadie: La estadía es tan o más cara que, por poner un ejemplo, Punta del Este, pero no dispondremos de ninguna comodidad: Olvídense de la luz eléctrica, el gas, las cloacas, y del agua potable en la canilla. De hecho, el lugar que conseguí era una mugre, y los utensillos de cocina estaban llenos de óxido, producto de la tremenda humedad que había en el interior de la cabaña, cosa notable desde casi todos los sentidos. Ni sábanas limpias me dieron.

¿Algo más? Ah, sí, el dueño del lugar me cobró de más, se hizo el otario, y me tuvo meses hasta que se dignó a devolverme el importe que le reclamaba mas por bronca, que por el monto en sí, (Y que usé para pagar las llamadas y mensajes que le hice reclamando, ya que en un momento, dejó de contestarme los mails).

El detalle: Esta persona no es Uruguaya, es Argentina. ¿Coincidencia? No creo.

En resumidas cuentas: Visite el cabo, es maravilloso y puede recorrerse íntegramente en un día, pero no se deje estafar por los moradores oportunistas.

Si bien es el punto ideal del recorrido para ver las estrellas, debido a la ausencia de alumbrado público, los incesantes nubarrones de febrero me jugaron en contra, devolviéndome una noche completamente cerrada.

Les dejo algunas fotos de la precaria cabaña, concluyendo el día, eso si, con un glorioso atardecer.

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También podés verlas directamente desde Picasa.

Ese día dormí realmente mal, no solo por las condiciones del lugar, (y las mías!), sino también porque me enteré que las llamadas de tambores que tanto quería ver, y que suspendieron por el mal clima al inicio de mi viaje, tendrían lugar al cierre de esa semana. Entonces decidí alterar mis planes, y volver desde mi próximo destino, a Montevideo, un día antes.

Las preguntas me golpearon hasta que me quedé dormido. No sabía si tendría transporte que coincidiera con mi horario desde Punta del Diablo, no tenía forma de consultar ni confirmar nada sin internet, así como tampoco tenía señal para avisar a mis amigos de mi cambio de planes. Solo restaba confiar.

La semana que viene, iniciamos la despedida de Rocha, recorriendo Punta del Diablo