domingo, 6 de noviembre de 2016

Finalizando la jornada en Zapala

Y desde arriba del colectivo me despedí de Cutral-Có, con rumbo a la última localidad que quería visitar en el centro de Neuquén… Pero de lo que no me había percatado, era que en Zapala iba a estar mas al oeste de mi argentina querida, de lo que nunca había estado.

La ruta se me hizo algo monótona, con algunos accidentes y elevaciones en el horizonte, pero sin dudas lo que hizo quedarme como un tonto pegado a la ventanilla, fue esa primera vista de la cordillera de los andes.

Gigante, nevada, imponente, e inconfundible. Nunca la había visto, pero estaba completamente seguro de que era ella! ¿Cómo transmito eso? Es difícil, pero tal vez puedan figurárselo. Y nos dirigíamos hacia allí! Claro, yo sabía que en breve bajaba a caminar en la ciudad de Zapala, pero que emoción vivirte tan cerca Cordillera Andina!!!

Zapala es punta de rieles del Ferrocarril General Roca, actual Ferrosur, y en ella convergen las RN 22 y RN 40, además de nacer ahí las Rutas Provinciales Nº 13, 14, 16 y 46, transformándose gracias a este nudo de cominos, en puerta de entrada a distintos destinos turísticos como, Villa Pehuenia, Primeros Pinos, Aluminé, Caviahue-Copahue, Junín de los Andes, San Carlos de Bariloche, San Martín de los Andes, el Parque Nacional Laguna Blanca y al norte de la provincia, Chos Malal, Andacollo, Las Ovejas, Buta Ranquil y otros destinos de esa zona. Realmente visitar Zapala fue la cereza del postre de ese dia, y de mi estadía en Neuquén.


Uno de los aspectos más notables de la historia aeronáutica ocurrió el 13 de abril de 1918, cuando el piloto Luis Cenobio Candelaria despega desde Zapala en su avión Morane Sounier Parasol de 80 caballos de fuerza, y tras realizar un vuelo de 2 horas con 30 minutos y haber alcanzado los 4.000 metros sobre el nivel del mar, logra descender y aterrizar en las cercanías de Cunco en Chile, en una improvisada pista, logrando de esta manera realizar el anhelado cruce de la Cordillera de los Andes en avión.



La ciudad en sí es baja, ordenada, limpia, tranquila y relativamente pequeña.

Dos sorpresas mas encontré aquí (Además de la increíble vista de la cordillera desde la estación de ferrocarril): El viento, el cual fue de lo mas fuerte que viví, comparable en ese momento a las terribles corrientes que me azotaron en las Salinas del Bebedero de San Luis, y, el espectacular Museo Olsacher.

Contiguo a la terminal de ómnibus nos esperan las modernísimas instalaciones del museo Provincial de Ciencias Naturales “Prof. Dr. Juan A. Olsacher” (MOZ), donde podemor ver una importante variedad de piezas paleontológicas y geológicas.

Actualmente el MOZ cuenta en sus registros con un inventario compuesto por 6.462 piezas minerales, 440 piezas petrológicas y 6.700 piezas paleontológicas; a lo que se suma una importante colección entomológica y arqueológica. Sobre un total de aproximadamente 3.012 especies minerales científicamente reconocidas en el mundo, el Museo Olsacher posee en sus colecciones 2.003 especies; transformándose así en una de las colecciones de su género más importantes de Latinoamérica. En lo referido a su patrimonio paleontológico, posee una reconocida colección que incluye varios centenares de holotipos fósiles. Entre ellos se cuentan numerosos invertebrados marinos, plantas fósiles y cocodrilos marinos, dinosaurios y mamíferos cenozoicos. La calidad, originalidad y grado de preservación de la piezas paleontológicas existentes en el MOZ, la posición también entre una de las más importantes del país y de reconocimiento mundial.


Toda una joya que merecía un album aparte:





Zapala querida, sin dudas, volveré!


La semana que viene, encontramos el límite norte nuevamente con la hermosa Rio Negro, desde el Dique Ballester






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