Por afecto y proximidad, Montevideo se transformó poco a poco en un destino recurrente para alguna de mis escapadas de fin de semana anuales. Una ciudad hermosa y con un ritmo sumamente particular, que siempre invita a volver para redescubrirla, y por eso en este viaje, el eje fue justamente ese, el de volver a vivirla, pero desde otro ángulo.
El primer dia arranqué tempranito hacia el protagonista de esa mañana: El emblemático Palacio Salvo.
El Palacio fue edificado al impulso de los hermanos empresarios Ángel, José y Lorenzo Salvo, y diseñado por el arquitecto italiano Mario Palanti, siendo inaugurado el 12 de octubre de 1928.
Con sus 100 metros y 27 plantas, fue la torre más alta de latinoamerica entre 1928 y 1935, cuando fue desplazado del segundo al tercer puesto sudamericano por el Kavanagh de Buenos Aires. Actualmente continúa siendo uno de los edificios más altos de la ciudad de Montevideo, habiendo sido declarado Monumento Histórico Nacional en 1996.
El Palacio Salvo está en la Avenida 18 de Julio y Plaza Independencia, y está emplazado en donde antes estuvo la Confitería La Giralda, donde se tocó por primera vez La Cumparsita de Gerardo Matos Rodríguez. Actualmente en el sitio histórico donde se tocó La Cumparsita por primera, vez funciona el Museo del Tango de Montevideo.
Este edificio tiene un “hermano gemelo” en estilo ecléctico, construido por el mismo arquitecto, en Buenos Aires: El Palacio Barolo.
Habiendo visitado al Barolo, era un gran pendiente recorrer el Salvo, por lo que no dudé en acercarme a realizar la visita guiada.
El recorrido tiene ciertamente menor interés que el del Barolo… Las comparaciones son inevitables. Es que recorrer el Barolo es meterse en un cuento. El Salvo por otra parte, es un edificio con ciertas particularidades, pero carente de prácticamente todo ornamento. Las grandes protagonistas del Salvo son las vistas, y no tanto el edificio en sí.
Afortunadamente, la guía narra la historia de forma dinámica e interesante, dando tiempo incluso de sobra para dar rienda suelta a los observadores y sus cámaras, y si bien la visita no es muy larga, da tiempo para disfrutar de cada detalle en cada punto visitado.
Luego del recorrido, puede visitarse en la planta baja, con una entrada aparte (Aunque comprando ambas reciben un descuento), el Museo del Tango, donde aprenderemos todo sobre la clásica “Cumparsita”. Lo recomiendo plenamente. Es un lugar pequeño, pero el desarrollo de la historia que nos cuentan vale cada peso de la entrada.
¿Recomiendo entonces la visita al Salvo? Si, y sobre todo si ya conocen el centro de montevideo y quieren redescubrirlo desde arriba. Además si aún no visitaron el Barolo, presentando la entrada del Salvo, se hacen acreedores a un descuento, gracias al convenio entre los organizadores de ambos recorridos.
Ahora, si el tiempo y el presupuesto son ajustados, hay una segunda opción clásica para llevarnos hermosas vistas aéreas Montevideanas, pero ese, será tema para la semana que viene…
Sin mas, les dejo el álbum que armé desde esta experiencia:
La próxima semana, redescubrimos Montevideo desde otra de sus clásicas alturas: El Mirador de la Intendencia…
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