miércoles, 18 de mayo de 2011

Jack Johnson: "El mar se cuela en mis letras"

Entrevista. Mañana canta en el Quilmes Rock. Nacido y criado en Hawaii, su vida apuntaba para ser surfer profesional. Un accidente lo llevó para el lado de la música.

Aunque tenga nombre de boxeador (es homónimo del primer campeón negro de los pesos pesados) y sea conocido por sus canciones, al principio lo de Jack Johnson no era el boxeo ni la música, sino el surf. Hijo de un campeón de surf, nació, se crió y vive en Hawaii, donde no tener una tabla es como ser analfabeto. Pero a los 17 años, cuando ya llevaba tres años como profesional, un accidente le dejó el cráneo fracturado, un par de dientes menos, unos 150 puntos por toda la cabeza y una carrera frustrada. Si entonces decía que no planeaba vivir del surf, ese choque contra un arrecife no le dejó opción. Durante la convalecencia le compraron una guitarra y empezó a practicar, pero la música podía esperar: primero estudió cine –en la universidad conoció a Kim, su esposa y madre de sus tres hijos- y filmó un par de elogiados documentales sobre… surf.

El cuenta que en realidad nunca se consideró un cineasta. Vía telefónica, sentado en el porche de su casa en la isla de Oahu, explica: “Sólo hacía películas de surf: viajaba y acumulaba material, no es que dirigiera mucho. Disfrutaba de salir y capturar lo que podía, y después darle un sentido a todo. Pero había que preocuparse por las cámaras, ser bastante técnico y organizado y ése no era mi punto más fuerte, me daba demasiado trabajo. La música fluyó naturalmente: empecé a poner algo de mi música en las películas, y evolucionó desde ahí”. Sus grabaciones –ya había integrado una banda y componía- empezaron a circular entre los surfers, hasta que uno, que además era productor musical, lo metió en un estudio. Colorín colorado: sin apoyo de una gran discográfica, sus alegres y frescas canciones –soft rock, folk, o como se las quiera llamar- lo transformaron en un fenómeno de ventas y convocatoria y acá lo tenemos, por primera vez en Buenos Aires, hoy festejando su cumpleaños (36) y mañana tocando en el Quilmes Rock.

¿No es raro que un deporte esté tan vinculado a la música? Eso es producto de la subcultura de surf que existía en los viejos tiempos: los surfers eran parecidos entre sí y tenían los mismos intereses. Pero ahora la cultura pop es algo tan grande que los surfers escuchan desde heavy metal hasta música clásica. Ya no hay algo que defina a la música surf. En Hawaii se usa mucho la guitarra acústica, porque se hace tanta vida al aire libre que no tenés dónde enchufar una guitarra.

¿Dirías que hacés música surf? No me molesta si es llamada así, porque el surf es una gran parte de mi vida, pero yo no usaría ese término. Soy un surfer y me gusta la música, pero lo que escribo puede ser sobre cualquier cosa, aunque muchas veces el mar se cuela en las letras. También compongo mucho mientras estoy en el océano.

¿Cómo hacés? Tengo una melodía en mi cabeza mientras surfeo y las notas empiezan a llenarse de palabras. A veces me olvido todo y siento que perdí algo que era realmente bueno, pero si las olas son muy buenas no me importa. Y si hay algo que me gusta mucho y las olas no son buenas, me siento y lo escribo o lo grabo.

Una vez definiste tu música como “positiva”. ¿Qué significa? El objetivo inicial de muchas de mis canciones de amor es hacer reír a mi esposa. Si son suficientemente pegadizas, persisten, y por ahí un amigo me pide que las toque… Si resisten lo suficiente, termino grabándolas. Esas son obviamente positivas. Pero incluso las que señalan aspectos negativos de la sociedad tienen como objetivo lograr un cambio positivo. Muchas de mis canciones son de amor y muchos de mis álbumes tratan sobre perder a alguien cercano, porque a medida que envejecemos empezamos a perder personas que amamos. Son canciones para ayudar a atravesar un momento así, por eso son positivas.

Grabaste tu disco “To the Sea” en un estudio ecológico. ¿Cómo afecta a tu música ser ambientalista? El negocio en el que estoy metido tiene un impacto negativo en el medio ambiente: las giras, viajar en avión, la electricidad que consumen los shows… Tratamos de aminorar eso: el estudio utiliza energía solar, para el packaging reciclamos papel. Y decidí aprovechar las giras para juntar dinero para grupos ambientalistas, e instituciones musicales y educativas. Todo el dinero que recaudamos en las giras van para grupos sin fines de lucro; ésa es la manera que tengo de sentirme bien con lo que hago. Nosotros podemos vivir de la venta de cds.

Ahora cada celebridad tiene su propia fundación. ¿No es un ingrediente más del marketing? Para alguna gente sí, seguramente. Yo de repente me encontré con que los reflectores estaban sobre mí y ganaba más dinero del que necesitaba. Entonces sentí que esos fondos podían servir para ayudar a causas en las que creo y que los reflectores iluminaran algo que es más importante que yo.

¿No puede perjudicar a tu música ser demasiado políticamente correcto? Sí, seguro. Pero lo que yo nunca traté de correr los límites de la música o hacer algo de avanzada. La forma en que empecé fue tocando Bob Marley, The Beatles, Cat Stevens, Jimmy Buffett… Todas canciones de fogón, en el porche, con mi familia alrededor. Después me resultó natural componer canciones para compartir en situaciones en que la gente se reúne y toca. Entiendo lo que querés decir: si sos una banda de rock que está tratando de ser misteriosa y de repente se vuelve demasiado buena, pierde el filo. Pero yo nunca me preocupé por ese filo.

Al principio hablabas de tu preocupación por que la industria te devorara o convertirte en un rock star. ¿Cómo te llevás con la fama? Trabajé para encontrar el equilibrio. En algunos momentos me abrumaba, pero me di cuenta de que hacer entrevistas y ese tipo de cosas servía para apoyar un disco o que la gente supiera que estás yendo a tocar a su país. Y nunca me sentí invadido: la gente me ve por la calle y no siempre sabe quién soy, conoce más mi música que mi aspecto.

¿Ahora te gustan las entrevistas? Para ser honesto, no estaba ansiando este día. Por suerte todo empezó a pasarme cuando tenía 25, había terminado la universidad, había trabajado un par de años, había hecho películas… Tuve tiempo de darme cuenta de que hay que trabajar para que algo funcione, no se puede dar nada por sentado. Igual, las entrevistas no son mi parte favorita; por suerte no hago demasiadas. Gracias por la comprensión y el apoyo.

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Fuente: http://www.clarin.com/espectaculos/musica/Jack-Johnson-mar-cuela-letras_0_482951717.html

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