En la primera secuencia de Hitchcock podemos encontrar el primer síntoma que nos advierte que el relato que vamos a presenciar aspira más a arrojar luz sobre sus personajes, que a profundizar en los estereotipos que hicieron de Hitchcock un devorador de rubias. Sin abandonar ese peculiar humor negro que caracterizaba al cineasta británico, vemos lo que vendría a ser un falso tráiler de Psycho, en el que se alude a Ed Gein, uno de los asesinos más lamentablemente populares de los Estados Unidos y que no sólo inspirara a Robert Bloch para escribir la novela que adaptaría Hitchcock en Psycho, sino que también sirvió a otros monstruos cinematográficos como Leatherface en The Texas Chainsaw Massacre y Buffalo Bill en The Silence of the Lambs.
Partiendo de este punto la película adquiere una credibilidad y veracidad que acredita todas y cada una de las cuestiones que plantea, así como resta importancia a asuntos como la responsabilidad de determinadas secuencias como la de la ducha, por ejemplo, que mucha gente se empeña en atribuir a Saul Bass. A mi también me fascinan sus diseños y títulos de crédito, pero la trayectoria de Hitchcock no tiene porqué plantear una duda sobre esa secuencia, en consonancia con el resto de su obra.
Contribuyen a generar este clima de verdad las interpretaciones de todos y cada uno de los integrantes del reparto. desde Toni Colette hasta Danny Huston, que interpretan a los personajes menos mediáticos, a las reconstrucciones de Scarlet Johansson, Jessica Biel oJames D'Arcy, que interpretan al trío protagonista de la película dentro de la película. Pero los que consiguen hacer gala de su fabulosa capacidad son Anthony Hopkins y Helen Mirren. Quizás más ella que él.
No sé si porque parte de la efectividad del personaje de Hitchcock pueda deberse a la caracterización física del personaje, que ciertamente es muy lograda, así como la dicción y el acento, aunque en ocasiones me da la impresión de que habla mucho más deprisa de lo que lo hubiera hecho el propio Hitchcock. O precisamente porque no somos capaces de identificar con tanta precisión a Alma Reville, siempre en la sombra en la vida real. Si a esto sumamos que el personaje interpretado por Helen Mirren es mucho más agradecido que el de Hopkins, al mostrar en todo momento sus sentimientos, al contrario que Hitchcock, que se amparaba detrás de un comportamiento neurótico muy propio de los personajes que protagonizaban sus películas, entenderemos los motivos por los que se ha alabado más la interpretación de ella que la de él.
Más que una película, da la impresión de que se podría hacer una serie o una larga saga en torno a los rodajes de todas y cada una de las películas de Alfred Hitchcock, a pesar de que se intuye que se han dejado muchas cosas en el tintero. No sé hasta qué punto le queda claro al espectador la relación que tenía con su compositor, Bernard Herrmann, y su lucha por convencer al director de que incluyera música extradiegética en la secuencia de la ducha. Parece eludirse la manera en la que realizaba susstoryboards, ¿los dibujaba él o daba indicaciones precisas a alguien?
Fuente: http://extracine.com/2013/01/critica-hitchcock
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